DAÑO ÑEURONAL

El Daño Cerebral Adquirido (DCA) es la afectación de las estructuras encefálicas en personas que, habiendo nacido sin ningún tipo de daño cerebral, sufren en un momento posterior de su vida, lesiones cerebrales que llevan a una afectación del funcionamiento cognitivo, emocional, conductual y/o físico.

Domingo, 17 de septiembre de 2017

El elevado número de personas afectadas (más de 400.000 en España), la duración, la gravedad y la variedad de las secuelas convierten a esta lesión en un problema sanitario de primera magnitud, representando la principal causa de discapacidad en las personas adultas en los países desarrollados.
Las causas más comunes de daño cerebral son:
Traumatismo craneoencefálico: es la lesión del cerebro por un trauma o golpe. Las causas más frecuentes son accidentes de tráfico (el 80% de los casos), laborales y deportivos.
Ictus: los accidentes cerebro vasculares son lesiones derivadas de una interrupción del sistema de riego sanguíneo del cerebro, como las embolias y trombosis, o las hemorragias cerebrales, incluyendo ruptura de aneurismas, o malformaciones de las venas y arterias que riegan el cerebro.
Anoxias o hipoxias: es la ausencia o pobre oxigenación del cerebro durante un tiempo determinado, lo que provoca la muerte neuronal de parte del tejido cerebral.
Tumores cerebrales: tanto el propio tumor como los procedimientos orientados a su eliminación (cirugía, radiación) causan daños importantes en el tejido cerebral circundante.
Otras causas: iencefalitis de diversas etiologías, que pueden ser consecuencia de procesos infecciosos, víricos, o de envenenamiento por tóxicos.
Las fases por los que pasa la persona tras sufrir el DCA son:
Fase Crítica: La persona se encuentra hemodinámicamente estable pero persiste la probabilidad de aparición de complicaciones existiendo aún riesgo para su vida. Esta fase se desarrolla en las Unidades de Cuidados Intensivos de los Hospitales y/o en las plantas de neurología/neurocirugía.
Fase Aguda: La persona se encuentra estable neurológicamente, disminuyendo el riesgo de presentar complicaciones. Comienzan a identificarse las secuelas a nivel físico, cognitivo, conductual y funcional. Se mantiene la atención en régimen hospitalario y la duración es independiente para cada persona. Generalmente, esta fase se desarrolla en las plantas de los Hospitales o en las unidades de ictus hospitalarias.
Fase Rehabilitadora: Tras el alta hospitalaria comienza el periodo de rehabilitación especializada. Esta fase incluye la rehabilitación en régimen de hospitalización así como el tratamiento de manera ambulatoria cuando la persona ya no requiere de asistencia médica continua. Si las secuelas se mantienen con carácter crónico la atención se desarrollará en diferentes recursos sociosanitarios especializados, como son los Centros de Día, Pisos Tutelados, Atención Ambulatoria…
El daño cerebral puede afectar a todas las áreas del funcionamiento del ser humano. Los déficits dependerán del tipo de lesión, la localización y severidad inicial de la misma… así como de características propias de cada afectado como la edad, personalidad o capacidades previas a la lesión. Las secuelas se agrupan en cuatro dimensiones que pueden solaparse o no en una misma persona:
Déficits físico-motores: Pueden producirse alteraciones del equilibrio, incapacidad para la bipedestación (mantenerse de pie), incapacidad para la marcha, limitaciones en el movimiento de una o varias extremidades, o incluso el control del tronco y cabeza en situación de reposo. Otras alteraciones que pueden surgir son: temblores, falta de sensibilidad y movilidad fina en miembros del cuerpo, e incluso pérdida parcial o total de alguno de los sentidos como la vista.
Déficits Cognitivos: Podemos citar déficits de aprendizaje y memoria, déficits atencionales, alteraciones del lenguaje, alteraciones del pensamiento formal (razonamiento lógico-deductivo, resolución de problemas, abstracción) y alteraciones en la regulación de la conducta propositiva o dirigida a una meta (planificación, iniciación y autorregulación conductual). En definitiva, puede verse afectada la capacidad de pensamiento, toma de decisiones y control consciente de nuestra conducta.
Alteraciones de la comunicación: Estas secuelas se producen como consecuencia de la alteración de habilidades físicas y cognitivas o la combinación de las mismas. Cuando se trata de alteraciones físicas, se ve afectada la expresión oral (debido a la pérdida de control de los músculos fonoarticulatorios), escrita (pérdida de control de los miembros superiores) o de la comprensión (pérdida de la capacidad de audición o interpretación de sonidos). También existen alteraciones del lenguaje que producen la incapacidad para la expresión o comprensión oral, a pesar de que el sistema físico-motor permanezca intacto (por ejemplo, alguien que podría hablar, pero no encuentra las palabras). En este caso, se trata de una alteración de los procesos del lenguaje (comprensión, expresión) denominada afasia.
Alteraciones Conductuales y/o Emocionales: A la par que las alteraciones cognitivas aparecen alteraciones conductuales y/o emocionales asociadas con cambios de carácter o personalidad. El origen de las alteraciones conductuales se podría considerar de dos formas: Falta de inhibición, lo que causa desinhibición conductual, en ocasiones la desinhibición provoca conductas física o verbalmente agresivas. Otras personas muestran exceso de inhibición o pobre iniciativa conductual; el afectado muestra apatía no iniciando actividades si no se le pide explícitamente, no disfruta tanto de las cosas que antes le gustaban, tiene sensación de agotamiento y letargo, y a nivel afectivo apenas expresa las emociones.
A nivel emocional, es posible que la persona con daño cerebral se encuentre más irritable, impaciente, con explosiones súbitas de ira, síntomas de depresión, desánimo o labilidad emocional.
Finalmente, una característica frecuente en las personas con daño cerebral es su falta de conciencia de los déficits derivados de la lesión cerebral (Anosognosia), especialmente cuando se trata de alteraciones cognitivas y emocionales. Si aparece este síntoma, frecuentemente la persona afectada rechaza la ayuda o dirección de quien le supervisa, dificultando su cuidado y rehabilitación.
Esta diversidad en las secuelas tras sufrir un DCA, hace imprescindible una evaluación individualizada previa al inicio de la rehabilitación. También es fundamental intervenir sobre su ambiente para que sea lo más rehabilitador y estimulante posible.
Adacen atiende tanto a la persona con daño cerebral como a su familia, porque entendemos que no solamente hay personas afectadas por daño cerebral, sino familias que lo padecen.